Vistas de página en total

martes, 3 de agosto de 2010

La Esquina Redonda.....una pequeña ficción..


Alcides tenía 17 o 18..aunque su cara de pibe parecía de más pibe aún, tal vez le daban 15 al verlo…pelo largo, otrora muy rubio, ahora no tanto, que cubría su frente, sus ojos y su nariz, tan estilizada, la que le daba el realce a su boca chica y refinada….

Le gustaba pedalear al sol, en esas calles anchas, que eran todas suyas en las tardes que recién nacían y a su vez alumbraban la siesta obligada de abril…..y volaba en sueños mientras atravesaba el pueblo, de norte a sur……en un largo camino…solamente la junta de brea, mal tomada por empleados regañones lo despertaba cada tanto al rebotar contra el rodado 22, volviéndolo a la realidad.-

Y en sus sueños de pedal, camino al trabajo que continuaba a la escuela, soñaba con ella….

Con ella que ni en sueños lo soñaba…

Pero Alcides iba, siguiendo metódicamente el mismo camino, el cual lo llevaría inexorablemente a su encuentro, aunque ella no lo supiera y, vaya paradoja del destino, de acuerdo a la velocidad que imprimía a su biciclo y a la distancia física que lo separaba de ella a esa hora apenas pasado el mediodía de comida rápida para escapar de la realidad familiar que tanto apretaba, la encontraría justo en la esquina redonda….como desde hacía tanto tiempo….un año? Dos?

La esquina redonda era uno de los lugares mas conocidos del pueblo, típico pueblo de casas bajas, buena gente y andar cansino. Era una esquina como cualquier otra en la cual, hace algunos años, los gobernantes de turno decidieron hacer un monumento justo en la intersección de ambas calles y, al instaurarlo, debieron modificar los cordones y, así, estos quedaron constituidos formando un círculo, una especie de rotonda alrededor de la pequeña placita en la que se erigía el monumento a……la mujer…..

Y Alcides llegaba a la esquina redonda apenas unos segundos antes que ella, dejaba como siempre la bici apoyada con el pedal derecho en el cordón más cercano al sol, y se sentaba en la pequeña pared, no muy alta, que bordeaba a esa mujer de mármol, tan imponente….tan inalcanzable….para verla pasar….carpetas en mano, guardapolvo blanco, como su sonrisa, rodeada de amigos y amigas…tan imponente….tan inalcanzable….

Y mientras la veía pasar, se juraba que mañana era el día.. que mañana le hablaría, pero como? Si siempre viene acompañada!! Además…que podía decirle? Acaso la mujer del monumento lo escuchaba?...no, ella al igual que la mujer del monumento estaba más alto que él, aunque quisiera no podía oírlo…….de todos modos, con verla era feliz, ya que podría incorporarla a su sueño con la imagen de hoy.

Y así marchaba al trabajo, pero ahora la velocidad se redoblaba y la sonrisa que mantenía ocupada a su boca le hacía honor…

Y luego de una jornada de duro trabajo en la forja, el camino inverso, el del anochecer cansado, el del retorno a ese hogar que no lo era tanto, que solamente podía ser soportado por esa imagen del mediodía….y llegar, y dejar la bici, y estudiar…pero no para la escuela de mañana, no…..estudiar para el mañana de la vida, ese que lo iba a encontrar como abogado, ese en el que volvería al pueblo con un traje caro, como esos que venden en “los triunfadores”!....y comer….y dormirse…con ella…solo así…con su imagen......

Y Alcides volvió a despertar….como tantos días……el pelo corto y ya oscuro no cubren su nariz, tan estilizada, la que aún le da realce a su boca chica y refinada…

Ya no pedalea, se suele mover en un importado de esos bien caros por las calles angostas, no de un pueblo, sino de la capital, a cuyo asfalto adoquinado no llega el sol que tanto extraña, con tanto nervio…, ya no sueña sueños de bicicleta…los abogados exitosos no sueñan..

Y luego de la misma charla de todos los desayunos, y de la rutina de las escuelas, sigue metódicamente el mismo camino….de norte a sur, bien largo hacia el trabajo que ya no continúa a la escuela, ese camino que termina justo ahí, en la plaza de las ocho esquinas…la del monumento…a la mujer…

Y mientras camina, vestido con un traje tan pero tan caro, otra que “los triunfadores!!!, maletín en mano, anteojos negros que cubren años de vida….no observa a la mujer que lo observa…

Y al llegar justo bajo el monumento a la mujer, la vió….con su sonrisa tan blanca, ya sin guardapolvo….ya sin amigos ni amigas…tan mujer como antes..

“hola…… como andas?? “

Se esuchó decir…..sorprendido de poder hablarle, de tenerla a su lado, estaba acostumbrado a tenerla siempre en su monumento…

“Hola bien y vos?”

“Muy bien…… Sabes quien soy?”

“Nene, como no voy a saber quien sos??....te veía todos los días en la esquina redonda….me invitás un café?

Sí…..Alcides parecía un pibe..un buen pibe