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jueves, 6 de enero de 2011

Ser Quien Quiero Ser


Me ocurre muy a menudo.

Me invaden ideas como instantáneas, pero de las viejas, las de la polaroid, aquellas que sacabas la foto y te salía al toque la imagen por debajo de la maquinita..y vos te quedabas feliz de la vida pensando que habías inmortalizado aquel momento.

Pero....con el paso del tiempo, la imagen comenzaba a desvanecerse, a borrarse, a perderse….siguiendo la ley letal del tiempo, aquella que dice que todo, la vida misma, es fugaz, inasible, etérea, increíblemente cruel en su andar.

Bueno, así me ocurre con las ideas, o recuerdos, o historias que acuden a mí, de manera alocada, tanto que comienzan siendo algo y terminan en las antípodas de su propio inicio, y luego desaparecen de manera misteriosa.

Y al mencionar esto recuerdo como fue mutando la historia de una canción que compuse hace ya muchos años y que, ya que estoy, relato.

Hacia el año 2001, mientras la crisis se paseaba invencible por toda la geografía argenta, yo  pataconeaba en Lomas de Zamora ( pataconear = Dícese del verbo cuyo significado es “cobrar el producido por tu trabajo en patacones, papel moneda de curso legal en la provincia de Buenos Aires solamente, de colores varios, cuyo respaldo monetario está dado por la reserva en custodia del Banco Provincia de Quichicientos Mil Millones de Pesos de billetes de “El estanciero” siendo su valor nominal aquel que se le canta las pelotas al sorete que te paga, el cual habrá cobrado por su tarea en pesos contantes y sonantes, obteniendo una rentabilidad importante en base al capital invertido, con una tasa de retorno sin igual, de acuerdo a las leyes del libre mercado).

Lomas… ciudad que me trae muy lindos recuerdos. Para retornar a mi casa en Gonnet , me tomaba el trencito eléctrico, bajaba en Avellaneda y de ahí el diesel que venía de Capital, en el cual disfrutaba de una hora de divertida animación de un amplio muestrario de vendedores ambulantes, representantes del gobierno de turno…la miseria…., hasta la estación de City Bell , donde cruzaba el camino Centenario, subía  al Renault 18 color “champagne” que me esperaba estoico y fiel  desde las primeras horas de la mañana en la diagonal de los taxistas, rogaba que arrancara por el equipo de gas que andaba como el orto y despues de casi 2 horas de viaje llegaba a mi lugar.

Bueno, esto que les cuento ocurrió un día viernes a la nochecita, de esos viernes que oscilan entre el invierno remolón en irse y la primavera que no quiere despertar de su hibernación anual…llegué a la estación de Lomas, saqué el boleto de rigor, le tiré las habituales dos monedas a los pibes que, acodados en la ventanilla de la boletería, mentían su habitual spitch diario “me dá unas moneditas para ir a mi casa?”…mientras sus ojos drogados miraban sin mirar si le habías dado dos monedas o dos balas calibre 22, que tal vez era lo que esperaban.

Subí uno, dos, tres amplios escalones de cemento que me  introdujeron al andén, en el preciso instante en que la formación que venía de Temperley hacía sonar sus frenos, abría las puertas automáticas y un ejército de agraciados usuarios entre los que, obviamente, me encontraba, se arrojaba sobre ellas con silenciosa desesperación por poder estar entre los privilegiados que (gracias a la compañía que de manera absolutamente transparente y beneficiosa nos ofrece las bondades de su servicio), podrían disfrutar de unos veinte o tal vez treinta minutos de rélax en trenes sumamente confortables, limpios y cuidados, con una suave música funcional de fondo (tal vez un Bach, un Rachmaninoff), mientras los pequeños televisores adosados en el respaldo del asiento inmediatamente anterior devolvían las buenas noticias que abundaban por doquier en el país....se entendió, no?

Bueno, la cuestión es que, pisando un par de perros que estaban ubicados justo pero justo justo en la entrada del vagón, pateando una muleta a la mierda mientras esquivaba el cuerpo del propietario de la misma, que caía sin emitir sonido a las vías que ya sucedían al andén por la puerta, (puerta que había quedado abierta por el cuerpo de uno de los perros que estaba agarrado a ella como mugre de talón, mirando desesperado a las vías que pasaban a una velocidad abismal bajo él ,43 km/h capota baja iba el tren de mierda) , tocándole el culo a una gorda que estaba a punto de sentarse en el asientito individual que está pegado a la entrada para que no lo hiciera, y arrojando dos monedas de 10 centavos al piso, tras las cuales se arrojaron 16 masculinos mayores de edad, la gorda, otras 5 femeninas que terminaron con 10 masculinos mas encima de ellas, 4 ratis (2 fueron sobre las monedas y 2 directamente sobre las femeninas en sincronizada acción),  y 20 vendedores ambulantes que juraban y perjuraban que las monedas eran de cada uno de ellos, me pude sentar en el susodicho asientito del orto.

Y ahí mi vida cambió….mientras podía observar el majestuoso paisaje que se desgranaba en mortecinas luces amarillentas, en una devolución del exterior tan patética que el interior parecía la quintaesencia de la felicidad, saqué del bolsillo trasero de mi jean un par de hojas A4 en las cuales unos días antes, en el boliche de Laprida (la peatonal) y Avenida Meeks había compuesto dos o 3 canciones al hilo tomando cerveza con Christian, tomé la birome bic del día, ya que todos los días me llevaba una del laburo, no por intención sino por descuido, las dí vuelta y de repente…….todo desapareció!!!!

Éramos yo y ellas, la lapicera y la hoja en blanco desafiándome, pidiéndome que le hiciera honor al papel, que lo engalanara con las mas bellas palabras que surgieran de lo más íntimo de mi ser!!

Y con toda la realidad circundante desaparecida, también desapareció mi poca capacidad de traducir las ideas que hasta un segundo antes me desbordaban en palabras …..y así perdí el desafío…no se me ocurría un carajo!! …

Vencido, cerré los ojos y me recliné sobre el duro respaldo de borde metálico, de acero inoxidable que circunscribía el paño rojo de cuerina barata que soportaba mi derrotada humanidad.

“perdón!!!!” …el fuerte golpe en mi hombro derecho, el mas cercano al pasillo, me devolvió a la realidad.

Abrí los ojos para ver como la canasta que me había golpeado, que contenía el pan de la esperanza de la granja no sé cuanto que voceaba el chico que otrora estaba acodado en la ventanilla de la boletería, se alejaba hacia la marea de gente del medio del vagón.

Y fue volver, todo reapareció!!!! Todo era claro….ahí estaban todos..los ratis, lo que quedaba de las femeninas, los vendedores, la gorda arriba del perro….todos quienes, como yo, querían ser, querían ser más que eso….querían ser quienes querían ser….y la bic se aceleró, y la hoja, antes desafiante, sucumbió ante el peso rotundo de las palabras mas profundas que jamás había escrito y jamás volví a escribir…..y que hoy volvieron a mí, invadiéndome de recuerdos de días duros, que me hicieron esto que soy…..como me ocurre muy a menudo

Ser Quien Quiero ser

La gente escupida de los trenes
Se desparrama por la ciudad
Son miles de tristezas, de historias
Buscando una oportunidad

Yo solo los miro y pienso
Pero me duele tanto pensar
En toda la frustración de la noche
Cuando deban regresar

Como yo
Que no encuentro el como ni el momento ni el lugar
Para ser quien quiero ser

Dormido en un banco bajo un diario en la calle peatonal
Vuelo sueños con destino de imposible realidad
Ladro resentimiento
Dirigido para nadie en especial

Y soy yo
Que me impido escapar de mi
Para  ser quien quiero ser

Gabriel O. Garrone (Geiser)